miércoles, 7 de septiembre de 2011

El limonero de Papá

Un par de semanas atrás se creo un comité vecinal para informarle a mi papá de una futura pérdida en su vida.
Con gran calma en su habla, por fin un valiente retomó el aliento después de que se abrió la puerta con el número 303. "Buenas noches Don". Después de su breve saludo siguió la noticia fatídica: "Venimos (así, en plural) a invitarlo a cortar el limonero ya que está dañando la estructura de nuestra pared en conjunto", el pobre hombre vio como poco a poco el ceño de mi padre y sus arrugas debajo de los ojos se marcaban cada vez más y sin dejarlo terminar su ensayo preparado con anticipación, solo contestó : "Ese limonero se va conmigo!, buenas noches". Dejando a los 5 extraños conocidos de años detrás de la puerta y con más que la boca abierta.

Mi padre goza de un excelente sentido del humor, una extraña melancolía en cada arrugas y una gran paciencia en sus ojos verdes; siempre apoyó toda noción y fue mediador de tratos. A él se ha recurrido  siempre y siempre se ha tenido una respuesta.

Pero este miedo en particular de presentarse ante él y darle esta noticia tenía una justificación: Durante años mi padre cada día va a visitar su limonero por las mañanas, en temporada de lluvia una o dos veces por semana recoge los enormes, verdes y jugosos limones y sube muy orgulloso a mostrarlos a mi madre, después exprime el jugo de cada uno sin dejarles una sola gota y hace su esperada y conocida versión de agua de limón ó limonada ó dulce de limón  o simplemente corta rodajas y las pone en una jarra con agua y al refrigerador, así de simple. Es para él un lujo poder bajar al jardín y disponer de su limonero o simplemente abrir la ventana de su cuarto después de una lluvia nocturna y solo sentarse al borde de la cama a disfrutar del olor cítrico que emana su árbol.
Por todos conocido el cuidado que mi padre da a este árbol en particular. Así que no era tarea fácil informarle las nuevas, pero para él fue muy fácil decidir informarles que ese árbol saldrá de ese, su lugar, el día que mi padre se vaya.
Mi padre cerro la puerta, se sentó a la mesa conmigo y una vez más me senté a aprender de él : "Ésta  es la diferencia entre un categórico Levántate y un dubitativo Y si te levantaras? Siempre considera el respeto por los sentimientos ajenos como la mejor condición para una prospera y feliz vida de relaciones y afectos" Mi padre se levantó de la silla y sin decir más se fue pensativo a su cuarto arrastrando sus pantunflas.

¿Como pedirle a alguien desprenderse de algo que ama y cuida sin tomar en cuenta esas razones? No puedes solo expresarlo, no puedes exigirlo.

Al día siguiente mi padre hizo la misma rutina de cada mañana, solo que esta vez tomó 5 grandes vasos de vidrio rojo y los lleno con la limonada endulzada con granadina.  Fue a tocar las puertas de los 5 vecinos que una noche antes se pararon frente a la suya y al abrirse cada una  solo dijo: "buenos días! vine a darte un obsequio", estirando sus brazos como un niño y poniendo en sus manos un vaso de agua hecho de su limonero.

La semana siguiente desperté con un ruido extraño en el jardín, eran los vecinos reforzando la pared en conjunto y cortando las hiervas que crecen alrededor del limonero de papá.