martes, 21 de junio de 2011

Jessica Lange en DF

El pasado jueves se presentó por primera vez, la muestra fotográfica de Jessica Lange llamada México.
A simple vista podría parecer una muestra simple, una mirada extranjera de un país de contradicciones. O como diría nuestro jefe de gobierno capitalino: "Jessica Lange, quién no ha visto sus películas!! 2 veces ganadora del oscar!!" Este día ella no se definió así, se presento a mostrar una faceta fuera de toda la presentación, vino a contar su historia en México, simple.

Si tomamos en cuenta que el autor, tiene una mirada artística de nacimiento, otra de estudios adquiridos y otra de estar rodeada de grandes en esta área, pero que encuentra en la sencillez de caminar sola entre calles de una ciudad la libertad que requiere una mujer con varias décadas rodeada de lujo, premios, viajes, adulaciones del 7mo arte. se vuelve interesante contemplar esa nueva faceta.
Ella misma define la estructura de su obra como su espacio, su momento, donde nadie le puede decir o dirigir lo que ella contempla, (tal vez un poco cansada de productores, escritores, manager, directores, actores, etc. Y tal vez también cansada de su imagen del otro lado de la lente) Nadie puede darle el valor a la imagen que ella observa y ese acto la lleva a concluir, que puede gustarle o no al expectador, lo importante es que para ella es que ese instante le dio un espacio de libertad recién ganada, recién encontrada detrás de un lente.

Y que mejor lugar que México para hacerlo. Donde tal parece que cada rincón esta lleno de historias, muchas de ellas producto de su imaginación y ahora la del expectador: Puedes contemplar fachadas llenas de coartadas, donde te recrea imaginar como fueron esos grandes portones y paredes blancas al momento en que fueron creadas, quien vivió detrás de esas puertas, quien le dio ese valor, y sobre todo que paso detrás de ellas todos estos años y a preguntarte cuando pasaron a formar parte de olvido. Al abrir la imagen, te das cuenta que la casas de ambos lados están en la misma condición, la calle llena de tierra que la imagino como arena blanca, un lugar cercano al mar, lo imagino sonando a unas cuadras, ajeno a la historia y al derrumbe.

Encuentras imágenes llenas de luces, vida, sonidos, bailes, texturas, movimientos, circo... y por supuesto la muestra no se muestra ajena al  "romance callejero": miradas, coqueteos, caricias, escondites, poses, sombras, son historias diarias encontrar en cada esquina, te recuerda que están, pero que tal vez ya no te das el tiempo de contemplarlas o imaginarlas.

Al ver estas imágenes me hicieron recordar un juego que disfrutaba hacer con mi hermana en los desayunos domingueros: nos sentabamos desde una esquina del restaurante y veíamos a las parejas a lo lejos, parejas llenas de romance, de años, nuevas, desgastadas o renovaras, nosotras creábamos sus diálogos sin escuchar lo que en verdad hablaban, todo en base a sus gestos y miradas en intercambio, al final nuestras carcajadas eran demasiado obvias así como nuestras historias recién creadas, donde las peleas y conversaciones se basaban en momentos absurdos y terminaban en grandes historias de comedia - romance. Donde cualquier parecido con la realidad, solo era "pura coincidencia, pura".


Creo que toda mirada donde un autor te invita a que solo contemples, sin espera la adulación ni mucho menos la aceptación, te recuerda la libertad de recrear.
Así que esta obra te recuerda no olvidar la "imaginación callejera" esta diario en cada esquina, en la ciudad donde te encuentres, lejos del bombardeo de info diaria y del circo mediático.
Sal! esta afuera. Sal, vívela, Imagina!















"No se donde estoy, pero se que este lugar no tiene límites." A. Jodorowsky