La de ayer sin duda, fue mágica.
Estaba todo reunido. Un gran lugar, la mejor compañía, el clima más frío, dulces deliciosos, todo se junto para hacer una tarde mágica. A simple vista suena como cualquier tarde, la gran diferencia es que la sensación de "algo falta" simplemente no existía. Alguna vez lo sentiste??
Yo si y puedo decir que en muchas ocasiones. Me recordó tanto a las tardes en el patio de nuestra ex casa, cuando mi hermana y yo solo teníamos unos contados años y mi papá sacaba las bocinas al patio mientras mamá hacia lo que en esa ocasión estaba de moda en su vida (y por supuesto en la nuestra). Todo, los 4 personajes principales, los secundarios que eran nuestros perros, nuestro jardín y patio, los arboles de higos y de granadas, nuestras rocas que jurábamos mi hermana y yo que eran de mármol y por ende eran nuestro tesoro que algún día cobraríamos para ser millonarias, pero sobre todo los olores a tierra mojada y pasto; todo se complementaba para hacer de nuestra obra, la gran obra que disfrutábamos sin placer culposo, sin nadie más, solo nosotros. Esos momentos vinieron a mi ayer. La gran diferencia es que ayer estaba otro personaje más y el cual ahora es el principal... Es increíble cuanto amor puedes sentir por alguien tan pequeño, mi sobrino le dio su gran toque de comedía a nuestra historia.
Ayer fuimos niños de nuevo, nos aventamos de las colinas que eran gigantescas para Mateo (que pueden parecer un simple error de suelo en el pasto gracias a las enormes raíces de los árboles), nos subimos a los árboles, hicimos todo lo humanamente posible que a esta edad (dejémoslo 20, 30, 50, y 60 y tantos) nos dejaron todos los moretones, raspones y chichones posibles. Y solo llego el instante de ver que todo lo que poseo es lo más grande que puedo tener.
Así que ayer decidí a reiniciar la historia. Borré todo lo anterior en este blog, simplemente por que se tiene el poder de volver a hacerlo.
Iniciar es grandioso, reinventar y evolucionar es realmente mágico.
Fluye